viernes, 30 de octubre de 2015

Crónica de un taller (o de cómo una experiencia nos enriquece la mirada)

En esta entrada , compartimos la crónica del Taller Crecer entre Medios, realizado en Galarza. Su autora, la Lic. Claudia Cadenazzo, alimenta el registro de su práctica con reflexiones teóricas y propuestas didácticas. Lejos de presentarse solo como un modelo de actividad a seguir, este texto nos anima a poner en palabras nuestras actividades áulicas para hacer, de cada experiencia un espacio de análisis y de crecimiento personal.

"El 2 de octubre coordiné en Galarza (Prov. de Entre Ríos) un taller de seis horas de duración. Tres durante la mañana y tres durante la tarde. Participaron directoras, bibliotecarias, profesores de materias especiales (música, artes visuales, tecnología, inglés, educación física), docentes de primaria y del nivel inicial. En total 44 participantes adultos y una niña de 4 años, Isabella,  hija de una de las docentes quien la llevó al encuentro ya que no tenía con quién dejarla. Esta  presencia no anticipada por mí, posibilitó que tuviese que pensar cómo sumar a Isa al encuentro, ya que  confiaba en que los intercambios con ella lo enriquecerían.


En esta entrada al blog quisiera compartir brevemente algo de lo que significó para mí una interesante EXPERIENCIA, aclarando que no me refiero a una experiencia en términos de práctica  o experimento ,  sino  en los términos en las que Jorge Larrosa [1], nos invita a pensar el par experiencia/sentido. Dice el autor:

“(…) experiencia sería el modo de habitar el mundo de un ser que existe, de un serque no tiene otro ser, otra esencia, que su propia existencia: corporal, finita, encarnada, en el tiempo y en el espacio, con otros. Y la existencia, como la vida, no se puede conceptualizar porque siempre escapa a cualquier determinación, porque es en ella misma un exceso, un desbordamiento, porque es en ella misma posibilidad, creación, invención, acontecimiento. Tal vez por eso se trata de mantener la experiencia como una palabra y no hacer de ella un concepto, se trata de nombrarla con una palabra y no de determinarla con un concepto. Porque los conceptos dicen lo que dicen, pero las palabras dicen lo que dicen y además más y otra cosa. Porque los conceptos determinan lo real y las palabras abren lo real. Y la experiencia es lo que es, y además más y otra cosa, y además una cosa para ti y otra cosa para mí, y una cosa hoy y otra mañana, y una cosa aquí y otra cosa allí, y no se define por su determinación sino por su indeterminación, por su apertura. ”

Estaba por iniciarse la primera parte del taller cuando entró Isabella de la mano de su mamá, quien con una sonrisa y gesto me comunicó lo que entre docentes- madres entendemos fácilmente. Devolví la sonrisa y di una especial bienvenida a Isabella quien me miraba seria. La mamá agregó : “-Vamos viendo… yo me quiero quedar pero si vemos que se le hace demasiado, nos vamos. ¿Te parece?”

Me agaché y poniéndome a la misma altura de la nena le pregunté si quería sumarse a un juego que les iba a proponer a “los grandes”. Tenía unos cuantos diarios en las manos. Le di uno a ella y a los demás que estaban expectantes ya tampoco sabían de qué se trataba.  Varios habían sacado sus cuadernos y lapiceras como para tomar nota, mientras compartían unos mates.  Los  docentes estaban sentados de a grupos alrededor de mesas dispuestas de manera desordenada . La consigna fue: -“Imaginemos que tenemos 3, 4 o 5 años… ¿Cómo les parece que podríamos usar lo que les he dado? ¿Para qué nos podría servir?”

Me acerqué nuevamente a Isa y le transmití la consigna. Y ella esbozando su primera sonrisa me dijo : “Para hacer un avión”. Su mamá, que ya había escuchado su deseo de hacer eso con el diario, se dispuso a ayudarla. Mientras tanto, algunos de los “grandes” tímidamente comenzaron a darse permiso para hacer un uso no convencional del material. Alguien se animó a preguntar: “¿Se puede hacer bollitos y tirar?”  Otro agregó : “¿Puedo recortar y romper?” Y así, poco a poco, se fueron autorizando a  jugar aunque siempre sentados o cerca del lugar de la mesa. En cambio , Isa se  recostó en el suelo, se levantó, caminó y  comenzó a desplegar hojas de diarios sobre las baldosas.


Se me ocurrió entonces dar la segunda consigna : “Hagamos un caminito de diarios y cuidemos  de caminar sobre este, porque si pisamos fuera del camino, nos caeremos y seremos devorados por cocodrilos hambrientos”. No había terminado de dar la consigna que Isa ya estaba ahí, caminando sigilosamente, y buscando ya que también les había pedido que localicen imágenes que les llamarán la atención. Como quien recoge flores en el bosque, aquí la invitación era recoger imágenes para luego compartirlas  y contarnos el porqué de estas elecciones. A Isa le encantó poder mostrar su “cosecha” al resto. Isa no me miraba a mí sola cuando hablaba , sino que hacía circular su mirada entre los participantes. “Los grandes”, en cambio, al mostrar y referirse a lo hecho buscaban mi aprobación. En el momento cuando una de las docentes estaba comentando una idea, yo y otras de “las grandes” nos  salimos del camino de diarios por lo que Isa nos alertó con preocupación: -“Se salieron. ¡Vuelvan! ¡Las van a  comer los cocodrilos!”.


¡Maravillosa intervención de Isa, que dice de su posibilidad de pensarse y pensar en escena al otro que dice estar jugando. Maravillosa también la posibilidad de que los adultos reflexionemos sobre estas acciones que dan cuenta de la importancia que tiene el compromiso con el juego. Como capacitadora, yo había pensado en una actividad para “abrir al juego”, para que lo pensásemos y le diésemos forma. Pero cuando dejé de mirar a la niña que tenía al lado y me concentré en mis actividades de capacitadora salí del juego sin ponerlo en palabras. Me olvidé de lo tenido en cuenta a la hora de planificar.  Me olvidé del imprevisto: la presencia de Isabella.  Lo sucedido en el momento sirvió para ilustrar lo que muchas veces hacemos los adultos cuando planificamos actividades de juego fundamentadas en la importancia que tiene el trabajar  a partir de esa  estrategia didáctica elegida con la que no siempre logramos  comprometernos física y emocionalmente. Y eso, nos recuerda Isa, ante los ojos de niño, se entiende como una infracción, porque nadie avisó que el juego terminó, no hubo cierre. Los espacios quedan abiertos y, a veces, dolorosamente abandonados.  


“Pensar en escena” según Alicia Fernández ( 2000) es también un modo de escuchar al otro. Al dar la consigna yo me “pensé en escena”, me esforcé por conectarme con lo que cada uno de los participantes expresaba, pensé preguntas lo más abiertas posibles para que los otros, pudiesen responder desde cada uno. Pero me retiré de la escena sin dar un cierre consensuado al juego. Lo sucedido, y señalado por Isa,  habilitó unos minutos para que los “grandes” pensásemos en las actividades de juego y en cómo podemos acompañar los cierres. Propusimos juntar todos los diarios y las hojas desparramadas en el espacio y que Isa nos mostrara el vuelo de sus aviones hechos con papel de diario. Luego, Isa se quedó decorando sus creaciones y “los grandes” proseguimos con otras  propuestas del taller.


Isa continúo sumándose espontáneamente a las conversaciones, a las actividades de exploración de materiales y de producción. Uno de los pilares del taller es el poder acompañar a construir espacios que den cuenta de la voz y la mirada de los niños con los que trabajamos. La importancia de este pilar se puso de manifiesto en varias oportunidades a partir de las intervenciones de Isa. Comparto solo algunas:
  • Con una cámara en mano (mientras trabajábamos en la posibilidad de realizar proyectos de fotografía participativa) Isa tomó varias fotos del espacio, probó y ensayó distintos planos, utilizó el SUM,  fotografió a algunos de “los grandes” y a ella misma y compartió con todos las imágenes capturadas. Las fotografías fueron proyectadas con el cañon, Isa les puso palabras, respondió preguntas y comentarios que surgían del público mientras las visionábamos.
  • Reconstruyó y narró junto a mí, frente a “los grandes”, una versión del cuento de Caperucita Roja 
  • Realizó, espontáneamente, un dibujo y pidió mostrarlo. Cuando se la habilitó a que cuente sobre él,  ella se permitió hablar de la muerte de su abuelo, de sus miedos y preocupaciones actuales. Esta correspondencia fue señalada por su madre luego de su participación.El intercambio mantenido con Isa fue analizado por el grupo de “los grandes”: se permitieron hablar de la cantidad de veces que los dibujos que realizan los niños son recibidos y encarpetados, sin prestarles demasiada atención. En escasas oportunidades se da tiempo para que los niños pongan palabras a sus dibujos, palabras que cuenten y nos permitan focalizar nuestras miradas y escuchas. Esas historias merecen o solo ser el centro de un diálogo sino también convertirse en el objeto de un registro fiel a quién y cómo se dice. ¿Cuántas historias quedarán guardadas sin poder ser contadas bajo el título de “Dibujo libre”? Es fundamental acompañarlos a colocar los epígrafes, ya que estos nos ayudan a construir y compartir sentidos.
  • El taller se cerró a las 17 hs con una canción que Isa quiso regalarnos.
En varias oportunidades “los grandes”, entre los que estaban la mamá y la docente de Isa, expresaron divertidas la grata sorpresa que les ocasionaba  las intervenciones de la niña. A nadie le eran ajenas su simpatía y sus posibilidades, pero, en ese encuentro había algo especial: ella nos recordaba y nos hacía regresar a la mirada y escucha de un niño,  junto a uno. Ponía en evidencia cómo, a veces, por proteger, se los subestima.
Su participación y la dinámica del encuentro  también posibilitó dejar de pensar por un rato en términos docentes-alumnos para intentar pensarnos desde los posicionamientos enseñante-aprendiente (A. Fernandez, 2003), estos posicionamientos subjetivos en relación al conocimiento que conviven en nosotros y pueden darse en simultáneo.

Si entendemos EXPERIENCIA como algo no transferible, sino como algo que nos pasa, que nos marca, la imprevista presencia de Isa en este taller dio lugar a una experiencia personal que abrió nuevas preguntas en relación a los espacios donde “los grandes” nos juntamos a pensar qué podemos hacer junto a los niños para favorecer y enriquecer aprendizajes. Si bien resulta difícil de implementar, estoy convencida de que la presencia de niños en los espacios de capacitación  aporta algo fundamental: la posibilidad de pensar junto a ellos y de pensarnos haciendo, mirándonos, escuchándonos.
Dice Cristina Corea (2004: 54):

Existe una diferencia entre pensar con un niño y saber sobre un niño. El saber sobre un niño no es constitutivo de la subjetividad en condiciones contemporáneas, en cambio pensar con un niño produce subjetividad, produce vínculo, produce interioridad en un niño [y en el adulto]. La paridad entre niños y adultos se producen en el diálogo, desde la responsabilidad moral y jurídica no hay paridad. La paridad significa que tanto el adulto como el niño se van a constituir en ese encuentro”

Como capacitadora que busca propiciar este tipo de encuentros, seguiré pensando en esta posibilidad , en cómo llevarla a cabo y en “el mientras tanto” continuaré disfrutando de lo que me aportan los imprevistos: dudas, preguntas, replanteos, nuevas búsquedas y mucho más…
Al terminar el taller nos regalamos un gran aplauso entre todos,  Isa me abrazó y con una gran sonrisa me dijo:“¿Cuándo venis otra vez a JUGAR?”. Su mamá sonrió y me abrazó.

¡Gracias a Isa y a todos “los grandes” que participaron activa y lúdicamente del taller Crecer entre Medios, en Galarza!"


Taller "Crecer entre los Medios" - Galarza 2015


Bibliografía:
Fernández, A: Los idiomas del aprendiente. Nueva Visión, Bs As, 2003
Larrosa, J (2003) Conferencia:La experiencia y sus lenguajes. Recuperado en: http://www.me.gov.ar/curriform/publica/oei_20031128/ponencia_larrosa.pdf






[1] Conferencia:La experiencia y sus lenguajes. Recuperado en: http://www.me.gov.ar/curriform/publica/oei_20031128/ponencia_larrosa.pdf