Las escuelas están finalizando otro año lectivo. Docente y directores se preparan para evaluar el trabajo realizado, colocando en la balanza los logros obtenidos y los aspectos a mejorar el próximo año. Es un buen momento para la reflexión, para enriquecerse de nuevas ideas que ayuden a proyectar.
En lo que respecta a la educación inicial y primaria, es una oportunidad para preguntarse acerca de los espacios de juego que hoy les estamos ofreciendo a los chicos en las escuelas. Qué características tienen estos ambientes, qué estrategias generamos para que nos compartan sus necesidades, en qué medida podemos y estamos dispuestos a escuchar y producir cambios en este sentido.
En lo que respecta a la educación inicial y primaria, es una oportunidad para preguntarse acerca de los espacios de juego que hoy les estamos ofreciendo a los chicos en las escuelas. Qué características tienen estos ambientes, qué estrategias generamos para que nos compartan sus necesidades, en qué medida podemos y estamos dispuestos a escuchar y producir cambios en este sentido.
El pedagogo italiano Francesco Tonucci es un pensador que goza de un profundo reconocimiento entre los profesionales de la educación, por su trabajo incesante con los niños, en su propuesta de darles voz y voto para pensar el mundo que quieren habitar.
Su preocupación por la poca autonomía que tienen los niños para moverse en las ciudades, así como también, por el escaso tiempo y espacio para el juego de manera libre, lo ha llevado a crear el Programa Laboratorio Ciudad de los niños, en Fano, Italia, en el año 1991.
Bajo este programa los chicos discuten y proponen al Concejo Municipal medidas que los benefician como espacios libres y seguros para pasear o jugar.
Para Tonucci, es muy importante escuchar lo que los niños tienen para decir, observarlos en sus casas, en las escuelas, en las plazas y espacios públicos, para, como educadores, reflexionar con ellos en sus inquietudes y necesidades.
El programa de Tonucci se aplica hoy en cien ciudades de Italia, algunas de España y varias provincias de Argentina.
A muchos docentes les resulta interesante y necesario implementar algunas de estas propuestas, que por otra parte van en dirección a la atención de los Derechos de los Niños. La pregunta que se abre es ¿cómo brindar más autonomía de movimiento a niños en una ciudad que cada día se nos presenta como muy insegura? ¿Se trata de una temática utópica u hoy más que nunca, es imprescindible habilitar y reforzar espacios de diálogo para que los niños puedan hablar de su ciudad, de sus escuelas, de sus espacios de juego, de todos aquellos problemas que los atañen como ciudadanos?
La escuela está dentro de la ciudad. Es parte de ella. ¿Por qué entonces no habilitar o profundizar esa filosofía en su espacio? La escuela es el espacio por excelencia para que los niños conozcan, practiquen y construyan experiencias democráticas desde el nivel inicial.
¿Qué hacer? ¿Cómo hacerlo?
Tal vez la primera tarea sería que los docentes y todos los que formamos parte de las instituciones educativas podamos repensar las representaciones de infancias que nos atraviesan. Las del pasado que forman parte de nuestras historias y las del presente. Las que tenemos cerca y las que muestran los medios de comunicación.
Mientras tanto debieran propiciarse actividades lúdicas
para que los chicos hablen de ellos desde aquello que los convoca, ya sea por
placer o displacer. El juego es una actividad privilegiada en las escuelas de
Nivel Inicial. A través de esta actividad, “el
niño descubre el mundo, sus misterios y sus leyes, pone a prueba sus propios
conocimientos y sus propias capacidades,
aprende a conocer a los demás. Este enorme esfuerzo evolutivo es posible sólo
gracias a dos condiciones: que valga la pena hacerlo y que existan las
condiciones adecuadas. Vale la pena si este produce placer y éste es, sin duda,
el motor más poderoso a disposición del hombre”.(Tonucci, 2003)
Un caso…
En una sala de inicial de 4 años, de un jardín de la ciudad de Buenos Aires, dos docentes que estuvieron trabajando la temática de superhéroes, después de unas clases donde los chicos jugaron con sus personajes favoritos provenientes de los medios, invitaron a sus alumnos a crear sus propios superhéroes.
En una sala de inicial de 4 años, de un jardín de la ciudad de Buenos Aires, dos docentes que estuvieron trabajando la temática de superhéroes, después de unas clases donde los chicos jugaron con sus personajes favoritos provenientes de los medios, invitaron a sus alumnos a crear sus propios superhéroes.
La única consigna que habían dado las docentes en esa
oportunidad, fue que entre sus misiones, tuvieran algunas relacionadas al
cuidado del lugar donde vivían. No les dijeron del planeta tierra, ni de la
ciudad, sino de los lugares donde ellos vivían. Porque… ¿quiénes mejor que
ellos para definir el espacio en que
viven. ¿Cómo llaman a ese lugar? ¿Qué cosas componen ese espacio? ¿Cómo viven y
sienten a ese espacio?
Antes de
comenzar esta parte del proyecto con sus alumnos, las docentes les enviaron
unas notas a los padres diciéndoles que estaban realizando con los chicos
juegos de observación y que para ello, necesitaban la ayuda de los padres y de
quiénes se encargaban de acompañar a los niños en el trayecto de la casa a la
escuela y de la escuela a la casa. El pedido era que lo hagan prestando
atención e invitando a los niños a observar lo que pasaba en las calles, en las
veredas, en el cielo, entre la gente, los animales, etc.
Varios padres comentaron días después que “la tarea” solicitada, había hecho que
los chicos conversaran más con los adultos durante el trayecto y que las observaciones de los niños respecto
del entorno, los había hecho prestar atención a cosas que nunca, o que desde
hacía mucho tiempo, no se habían
detenido a pensar. Se les pidió también a estos adultos, que registrasen en la
medida de sus posibilidades, los comentarios, preguntas y observaciones que
surgían espontáneamente en los desplazamientos, o en otros momentos que hacían
a sus cotidianeidades y se refiriesen al espacio que habitaban. Así fueron
llegando al jardín, decires de los chicos hasta escritos en servilletas.
Algunos comentaron que eran los mismos chicos que después de expresarse le
pedían a sus padres que lo escribiesen para no olvidarse y llevarlos a su
escuela.
Con estos
papelitos se armó una gran cartelera donde figuraban intercambios como éstos:
Siguiendo la filosofía planteada
por Francesco Tonucci, a estas actividades que surgieron de la invitación a
observar, preguntar, dialogar, podrían
sumarse otras invitaciones como:
- Capturar imágenes para hablar de lo que ven y de lo que les produce
esas imágenes. Dibujar, sacar fotos, hacer collages.
-Estimular a que registren sus ideas haciendo dibujos, escribiendo,
dictándoles a otros los que deseen decir.
-Pensar con y junto a los niños una forma de mostrar y hacer circular lo
que sienten, lo que descubrieron, lo que expresaron, lo que desean entender, lo
que quieren saber, para que la
visibilidad sea efectiva y lo puedan
conocer los adultos que forman parte del lugar en el que viven. Pero no sólo
para que éstos se informen, sino para comprometerlos en el acto de escucha y
estudiar junto a los niños la posibilidad de dar y gestionar respuestas que
puedan producir cambios. Como sucedió con la maestra del último ejemplo
compartido (Ver Intercambio entre Paula,
Tomi y una de las maestras). Porque…
Bibliografía:
Tonucci, F: Con ojos de niño. Bs As, REI, 1995.
Tonucci, F: Cuando los niños dicen: ¡BASTA! Bs As, Ed Losada, 2003.
Webgrafía:
Entrevista a Francesco Tonucci. Revista Novedades Educativas. Edición N° 86
Disponible en www.noveduc.com/entrevistas/tonuccifrancesco.htm
Convención Internacional sobre los Derechos del Niño. 1989. Disponible en http://www.unicef.org/argentina/spanish/ar_insumos_MNcdn.pdf