En esta entrada , compartimos la crónica del Taller Crecer entre Medios, realizado en Galarza. Su autora, la Lic. Claudia Cadenazzo, alimenta el registro de su práctica con reflexiones teóricas y propuestas didácticas. Lejos de presentarse solo como un modelo de actividad a seguir, este texto nos anima a poner en palabras nuestras actividades áulicas para hacer, de cada experiencia un espacio de análisis y de crecimiento personal.
"El 2 de octubre coordiné en Galarza
(Prov. de Entre Ríos) un taller de seis horas de duración. Tres durante la
mañana y tres durante la tarde. Participaron directoras, bibliotecarias,
profesores de materias especiales (música, artes visuales, tecnología, inglés,
educación física), docentes de primaria y del nivel inicial. En total 44
participantes adultos y una niña de 4 años, Isabella, hija de una de las docentes quien la llevó al
encuentro ya que no tenía con quién dejarla. Esta presencia no anticipada por mí, posibilitó que tuviese que pensar cómo sumar a Isa al encuentro, ya que confiaba en que los intercambios con ella lo
enriquecerían.
En esta entrada al blog
quisiera compartir brevemente algo de lo que significó para mí una interesante EXPERIENCIA, aclarando que no me refiero a una
experiencia en términos de práctica o
experimento , sino en los términos
en las que Jorge Larrosa [1],
nos invita a pensar el par experiencia/sentido. Dice el autor:
“(…) experiencia sería el modo de
habitar el mundo de un ser que existe, de un serque no tiene otro ser, otra esencia,
que su propia existencia: corporal, finita, encarnada, en el tiempo y en el espacio,
con otros. Y la existencia, como la vida, no se puede conceptualizar porque siempre
escapa a cualquier determinación, porque es en ella misma un exceso, un
desbordamiento, porque es en ella misma posibilidad, creación, invención,
acontecimiento. Tal vez por eso se trata de mantener la experiencia como una
palabra y no hacer de ella un concepto, se trata de nombrarla con una palabra y
no de determinarla con un concepto. Porque los conceptos dicen lo que dicen,
pero las palabras dicen lo que dicen y además más y otra cosa. Porque los
conceptos determinan lo real y las palabras abren lo real. Y la experiencia es
lo que es, y además más y otra cosa, y además una cosa para ti y otra cosa para
mí, y una cosa hoy y otra mañana, y una cosa aquí y otra cosa allí, y no se
define por su determinación sino por su indeterminación, por su apertura. ”
Estaba por iniciarse la
primera parte del taller cuando entró Isabella de la mano de su mamá, quien con
una sonrisa y gesto me comunicó lo que entre docentes- madres entendemos
fácilmente. Devolví la sonrisa y di una especial bienvenida a Isabella quien me
miraba seria. La mamá agregó : “-Vamos
viendo… yo me quiero quedar pero si vemos que se le hace demasiado, nos vamos.
¿Te parece?”
Me agaché y poniéndome a la
misma altura de la nena le pregunté si quería sumarse a un juego que les iba a
proponer a “los grandes”. Tenía unos cuantos diarios en las manos. Le di uno a
ella y a los demás que estaban expectantes ya tampoco sabían de qué se trataba.
Varios habían sacado sus cuadernos y lapiceras
como para tomar nota, mientras compartían unos mates. Los docentes estaban sentados de a grupos
alrededor de mesas dispuestas de manera desordenada . La consigna fue: -“Imaginemos
que tenemos 3, 4 o 5 años… ¿Cómo les parece que podríamos usar lo que les he
dado? ¿Para qué nos podría servir?”
Me acerqué nuevamente a Isa
y le transmití la consigna. Y ella esbozando su primera sonrisa me dijo : “Para
hacer un avión”. Su mamá, que ya había
escuchado su deseo de hacer eso con el diario, se dispuso a ayudarla. Mientras
tanto, algunos de los “grandes” tímidamente comenzaron a darse permiso para
hacer un uso no convencional del material. Alguien se animó a preguntar: “¿Se
puede hacer bollitos y tirar?” Otro
agregó : “¿Puedo recortar y romper?” Y así, poco a poco, se fueron autorizando
a jugar aunque siempre sentados o cerca
del lugar de la mesa. En cambio , Isa se
recostó en el suelo, se levantó, caminó y comenzó a desplegar hojas de diarios sobre las
baldosas.
Se me ocurrió entonces dar la segunda consigna : “Hagamos un caminito de diarios y cuidemos de caminar sobre este, porque si pisamos fuera
del camino, nos caeremos y seremos devorados por cocodrilos hambrientos”.
No había terminado de dar la consigna que Isa ya estaba ahí, caminando
sigilosamente, y buscando ya que también les había pedido que localicen imágenes
que les llamarán la atención. Como quien recoge flores en el bosque, aquí la
invitación era recoger imágenes para luego compartirlas y contarnos el porqué de estas elecciones. A
Isa le encantó poder mostrar su “cosecha” al resto. Isa no me miraba a mí sola
cuando hablaba , sino que hacía circular su mirada entre los participantes. “Los
grandes”, en cambio, al mostrar y referirse a lo hecho buscaban mi aprobación.
En el momento cuando una de las docentes estaba comentando una idea, yo y otras
de “las grandes” nos salimos del camino
de diarios por lo que Isa nos alertó con preocupación: -“Se salieron. ¡Vuelvan!
¡Las van a comer los cocodrilos!”.
¡Maravillosa intervención
de Isa, que dice de su posibilidad de pensarse y pensar en escena al otro que
dice estar jugando. Maravillosa también la posibilidad de que los adultos
reflexionemos sobre estas acciones que dan cuenta de la importancia que tiene
el compromiso con el juego. Como capacitadora, yo había pensado en una
actividad para “abrir al juego”, para que lo pensásemos y le diésemos forma. Pero
cuando dejé de mirar a la niña que tenía al lado y me concentré en mis
actividades de capacitadora salí del juego sin ponerlo en palabras. Me olvidé
de lo tenido en cuenta a la hora de planificar. Me olvidé del imprevisto: la presencia de
Isabella. Lo sucedido en el momento sirvió
para ilustrar lo que muchas veces hacemos los adultos cuando planificamos
actividades de juego fundamentadas en la importancia que tiene el trabajar a partir de esa estrategia didáctica elegida con la que no siempre
logramos comprometernos física y
emocionalmente. Y eso, nos recuerda Isa, ante los ojos de niño, se entiende
como una infracción, porque nadie avisó que el juego terminó, no hubo cierre.
Los espacios quedan abiertos y, a veces, dolorosamente abandonados.
“Pensar en escena” según Alicia Fernández (
2000) es también un modo de escuchar al otro. Al dar la consigna yo me “pensé
en escena”, me esforcé por conectarme con lo que cada uno de los participantes
expresaba, pensé preguntas lo más abiertas posibles para que los otros, pudiesen
responder desde cada uno. Pero me retiré de la escena sin dar un cierre consensuado
al juego. Lo sucedido, y señalado por Isa, habilitó unos minutos para que los “grandes”
pensásemos en las actividades de juego y en cómo podemos acompañar los cierres.
Propusimos juntar todos los diarios y las hojas desparramadas en el espacio y
que Isa nos mostrara el vuelo de sus aviones hechos con papel de diario. Luego,
Isa se quedó decorando sus creaciones y “los grandes” proseguimos con otras propuestas del taller.
Isa continúo sumándose espontáneamente
a las conversaciones, a las actividades de exploración de materiales y de
producción. Uno de los pilares del taller es el poder acompañar a construir
espacios que den cuenta de la voz y la mirada de los niños con los que
trabajamos. La importancia de este pilar se puso de manifiesto en varias
oportunidades a partir de las intervenciones de Isa. Comparto solo algunas:
- Con
una cámara en mano (mientras trabajábamos en la posibilidad de realizar
proyectos de fotografía participativa) Isa tomó varias fotos del espacio,
probó y ensayó distintos planos, utilizó el SUM, fotografió a algunos de “los grandes” y
a ella misma y compartió con todos las imágenes capturadas. Las fotografías
fueron proyectadas con el cañon, Isa les puso palabras, respondió preguntas
y comentarios que surgían del público mientras las visionábamos.
- Reconstruyó
y narró junto a mí, frente a “los grandes”, una versión del cuento de
Caperucita Roja
- Realizó, espontáneamente, un dibujo y pidió mostrarlo. Cuando se la habilitó a que cuente sobre él, ella se permitió hablar de la muerte de su abuelo, de sus miedos y preocupaciones actuales. Esta correspondencia fue señalada por su madre luego de su participación.El intercambio mantenido con Isa fue analizado por el grupo de “los grandes”: se permitieron hablar de la cantidad de veces que los dibujos que realizan los niños son recibidos y encarpetados, sin prestarles demasiada atención. En escasas oportunidades se da tiempo para que los niños pongan palabras a sus dibujos, palabras que cuenten y nos permitan focalizar nuestras miradas y escuchas. Esas historias merecen o solo ser el centro de un diálogo sino también convertirse en el objeto de un registro fiel a quién y cómo se dice. ¿Cuántas historias quedarán guardadas sin poder ser contadas bajo el título de “Dibujo libre”? Es fundamental acompañarlos a colocar los epígrafes, ya que estos nos ayudan a construir y compartir sentidos.
- El
taller se cerró a las 17 hs con una canción que Isa quiso regalarnos.
En varias oportunidades
“los grandes”, entre los que estaban la mamá y la docente de Isa, expresaron
divertidas la grata sorpresa que les ocasionaba las intervenciones de la niña. A nadie le eran
ajenas su simpatía y sus posibilidades, pero, en ese encuentro había algo
especial: ella nos recordaba y nos hacía regresar a la mirada y escucha de un
niño, junto a uno. Ponía en evidencia cómo,
a veces, por proteger, se los subestima.
Su participación y la
dinámica del encuentro también
posibilitó dejar de pensar por un rato en términos docentes-alumnos para intentar
pensarnos desde los posicionamientos enseñante-aprendiente (A. Fernandez, 2003),
estos posicionamientos subjetivos en relación al conocimiento que conviven en
nosotros y pueden darse en simultáneo.
Si entendemos EXPERIENCIA como algo no transferible, sino como
algo que nos pasa, que nos marca, la imprevista presencia de Isa en este taller
dio lugar a una experiencia personal que abrió nuevas preguntas en relación a
los espacios donde “los grandes” nos juntamos a pensar qué podemos hacer junto
a los niños para favorecer y enriquecer aprendizajes. Si bien resulta difícil de
implementar, estoy convencida de que la presencia de niños en los espacios de
capacitación aporta algo fundamental: la
posibilidad de pensar junto a ellos y de pensarnos haciendo, mirándonos,
escuchándonos.
Dice Cristina Corea (2004:
54):
“Existe
una diferencia entre pensar con un niño y saber sobre un niño. El saber sobre
un niño no es constitutivo de la subjetividad en condiciones contemporáneas, en
cambio pensar con un niño produce subjetividad, produce vínculo, produce
interioridad en un niño [y en el adulto]. La paridad entre niños y adultos se
producen en el diálogo, desde la responsabilidad moral y jurídica no hay
paridad. La paridad significa que tanto el adulto como el niño se van a
constituir en ese encuentro”
Como capacitadora que busca
propiciar este tipo de encuentros, seguiré pensando en esta posibilidad , en
cómo llevarla a cabo y en “el mientras tanto” continuaré disfrutando de lo que
me aportan los imprevistos: dudas, preguntas, replanteos, nuevas búsquedas y
mucho más…
Al terminar el taller nos
regalamos un gran aplauso entre todos,
Isa me abrazó y con una gran sonrisa me dijo:“¿Cuándo
venis otra vez a JUGAR?”. Su
mamá sonrió y me abrazó.
¡Gracias a Isa y a todos “los
grandes” que participaron activa y lúdicamente del taller Crecer entre Medios, en
Galarza!"
Bibliografía:
Fernández,
A: Los idiomas del aprendiente. Nueva Visión, Bs As, 2003
Larrosa,
J (2003) Conferencia:La experiencia y sus
lenguajes. Recuperado en: http://www.me.gov.ar/curriform/publica/oei_20031128/ponencia_larrosa.pdf
[1] Conferencia:La experiencia y sus lenguajes. Recuperado
en: http://www.me.gov.ar/curriform/publica/oei_20031128/ponencia_larrosa.pdf